Sabemos que una boca sana, especialmente los dientes, los labios y la lengua, es esencial para el habla y afecta nuestra capacidad para saborear, masticar y digerir alimentos. También sabemos que la mala salud oral, como la inflamación crónica de la enfermedad de las encías, se ha asociado con enfermedades cardíacas, obstrucciones y accidentes cerebrovasculares.